Machado

"Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar". Machado.

domingo, 20 de diciembre de 2015

SIERRA DE URBASA. TEJO DE OTSAPORTILLO-CUEVA Y DOLMEN DE LUBIERRI

EN BUSCA DEL TEJO PERDIDO


FICHA TÉCNICA-
Día: 20/12/2015
Participantes: Nieves, Chus,  Javier, Julián y Lourdes.
Tiempo estimado: 4 horas.
Distancia: 12 km.
Dificultad: Media.
Punto de inicio: Desde Estella, en dirección Zudaire, subir el puerto de Urbasa. Atravesar la sierra hasta el camping. A pocos metros sale a la derecha el carretil de Otsaportillo. Aparcar en el km. 6, a la izquierda, hay un cartel indicador.
Wikiloc: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=11823932

ITINERARIO:
Prados de Eskiza/carretil de Otsaportillo, antes del Km. 6 - Carretil de Otsaportillo - Haya republicana/Placa conmemorativa a tres asesinados republicanos - Cruce km. 8 - Cordal de Tejos - Tejo de Otsaportillo - Cueva de Lubierri - Dolmen de Lubierri - PR - Sima de Artziturrieta - Agileta - Pista - Abrevaderos - Balsa de Siasgain - Cruz del Carretero o del Valenciano - Aparcamiento.

En la Sierra de Urbasa podemos encontrar los bosques de hayas más importantes de la península, junto con los de la Selva del Irati. 
El hayedo se encuentra entre dolinas, estas son depresiones del terreno, como embudos invertidos, en suelos con relieves kársticos. Las dolinas se forman a partir de la lluvia que se embalsa, disuelve el terreno y se infiltra en él. Son sumideros naturales por donde desaparece el agua pluvial hacia los acuiferos subterráneos, grandes reservas de agua. Se calcula que en esta zona el subsuelo posee más de 29.000 hectómetros cúbicos de agua, lo que equivale a unos 6 pantanos de Yesa. 

La sierra de Urbasa está conformada por innumerables cuevas y simas, se han llegado a contabilizar más de 200, provocadas por el efecto de la erosión del agua sobre la roca. Encontraremos diferentes parajes que no debemos dejar de visitar, tales como el Bosque encantado de Urbasa, el Balcón de Pilatos, el nacedero del Urederra, el bosque mágico de Artea, la cueva de los Cristinos, etc...
Antigua zona de carboneros la vegetación predominante la constituyen las hayas, los robles, los helechos, las hiedras, etc...y solo algún relicto de antiguo tejo entre el bosque.





RUTA:
Comenzamos mirando los carteles al lado del aparcamiento, un poco antes del km. 6 . 
Y tomamos el carretil de Otsaportillo que ahora tiene un asfaltado más sencillo. 
Vamos por un lateral, en fila india, viene un grupo grande de ciclistas.
Cuando desaparecen nos reagrupamos.
Hacemos una parada, aproximadamente en el km. 7. Una haya pintada con los colores de la bandera republicana. Tiene entre su corteza (cada vez se lee menos) una placa conmemorativa, que homenajea a tres maestros republicanos que fusilaron nada más comenzar la Guerra Civil Española. 

Volvemos al ramal principal para abandonarlo poco después del km. 8. Hay un cartel que indica dirección al Tejo de Otsaportillo. Hacia la izquierda. 
Hemos venido en invierno a buscar tejos porque la caída de hojas de las hayas permiten ver la diferencia de tonos y así los encontraremos con más facilidad.
Seguimos la dirección marcada, pero pronto encontramos un par de hitos de piedra a la derecha del sendero y vemos por el cordal de la colina varios ejemplares de tejo.
Hay tres de buen porte. El primero está retorcido, el tronco va desgajándose poco a poco, pero sobrevive. Al fondo vemos uno de buen tamaño, pero está escondido entre la maraña del bosque y, a nuestra izquierda, hay un precioso tejo de buen tamaño y en muy buen estado de conservación. Las hayas las tiene a una distancia prudencial y le permiten crecer sin impedírselo.

Salimos al sendero que hemos abandonado provisionalmente y continuamos por la ruta guiada para encontrar en poco tiempo el Tejo de Otsaportillo. Es macho, por lo que no tiene frutos. Ha sido declarado bien natural protegido.
En su base posamos todo el grupo y no se puede ver bien el enorme tronco, pero es un ejemplar ingente y con muy buena conservación. Tiene aspecto de ir a vivir otros cuatrocientos años, por lo menos.
Aprovechamos para quitarnos ropa. No nos podemos librar del calor ni en Navarra. Dicen que hace frío, pero eso es para asustar a la gente y disfrutar ellos de toda su naturaleza. No son listos ni nada.




Desde el sendero, en poco tiempo, debemos girar a la izquierda para descender hasta una vaguada en la cual está situada la Cueva de Lubierri, su boca Este.
Espectacular la entrada en la cueva. Nos cuentan que tiene entrada y salida y nos internamos para descubrir su capacidad.

Entramos en la Cueva por su enorme boca, en el suelo se nota que ha entrado el agua y sigue embarrada su superficie.
Dentro se ve poco, y no hemos traído frontal, pero enseguida volvemos a tener visión por el haz de luz que viene desde su otra boca.
Hacemos una parada antes de la salida para observar que quedan restos de estalagmitas, pero muy desgastados. Pensamos que tal vez sea por el paso de animales que van rozando los laterales de las paredes desgastando las rocas.
Hemos recibido una agradable sorpresa, esta boca parece la puerta de una cueva de cavernicolas. Sólo le falta una puerta de madera.




Cuando salimos de la cueva aprovechamos para almorzar y contemplando el cielo y las variables nubes, que van y vienen en unos momentos, vemos el reflejo en tonos verdes, azules, rojos, pero no ordenados en arco iris, sino de una forma informal, y destacando los verdes. Son las nubes iridiscentes. Parece que se ha simbiotizado con el paisaje reinante de tonos verdes y rojizos de la hojarasca.
Después de recuperar fuerzas nos dirigimos hacia la derecha para proseguir la visita a construcciones megalíticas que se conservan en el interior del bosque de Urbasa. 


En poco tiempo nos situamos al lado del dolmen funerario de Lubierri. Es una pequeña colina cubierta de hojarascas e incluso tiene varias hayas que han nacido en él.
Debemos retroceder unos metros para tomar hacia la izquierda y enseguida tropezamos con un sendero señalizado con pintura blanca/amarilla, como de pequeño recorrido (PR), y también blanca/roja, de gran recorrido (GR). Viraje a la izquierda.
Vamos sobre una pequeña loma, a media ladera. Al fondo vemos una vaguada o valle y detrás toda la crestera Norte de Urbasa en la cual están Santa Marina, San Adrián.....
Por fin, en un recodo del camino, los arboles nos dejan más visibilidad y podemos contemplar la peña de San Donato que emerge entre las hayas.
Entre el arbolado vamos caminando con un mullido alfombrado cubriendo los suelos.

Arboles, hayas....
un sitio encantador y lleno de magia.









Miremos a donde miremos nos invaden las maravillosas hayas, parece que compiten entre ellas para ver cual alcanza mas altura.
En invierno, desnudas, se ve con más claridad su alzada y la robustez y largura de sus ramas.
Siguiendo las marcas de pintura, que la mayoría de las veces se encuentra en los troncos, llegamos a una pista de tierra. 
Nos decidimos a ir por la derecha y en el primer recodo vemos una tapia de piedras en circulo. Sabemos que así protegen las simas para evitar las caídas de personas y animales y nos acercamos a su lado para observar la profundidad. Al echar una piedra comprobamos que no es de las más hondas.

Y vemos a su lado un pequeño tejo, apoyado en los troncos de las hayas.
Pero hacemos una parada y creemos que nos vamos alejando de nuestra ruta, así que damos media vuelta y regresamos al punto de intercesión. Vamos a ir rectos. Se ve un sendero y acercándonos llegamos a la conclusión de que esta preciosa vereda nos sirve para ir por el itinerario planeado.
Está marcado con pintura roja. Pequeñas manchas esporádicas nos llevan a atravesar unos collados que en giro continuo hacia la izquierda nos van sacando del monte.


Vemos en los laterales de la colina muchos helechos secos. El peligro de incendio en el Norte de Navarra, y de España en general, se produce con la sequía de los helechos que abundan en sus bosques. Eso y algún pirómano que enciende una cerilla. Hay pocos que sean accidentes, contados con los dedos de una mano.
Paramos varias veces a comprobar la ruta con los mapas y vemos que estamos a punto de salir a la pista que baja de Santa Marina hasta el Camino de Otsaportillo. Perfecto.



Las nubes siguen cambiando de formas, colores, dando al paisaje unas estampas irrepetibles e inolvidables de nuestra hermosa sierra de Urbasa.
Y todo se resume en hayas, diferentes y tan iguales que dan al bosque un aspecto invernal, pero visten de blanco sus cortezas y dan un color primaveral.







Nos gustaría llevarnoslas todas a casa, pero no caben ni en una foto. Y algo sorprendente, para finales de diciembre están comenzando a brotar.
Hayas. Como enormes candelabros que iluminan el día.
En la bifurcación nos detenemos a mirar el mapa, brújula y continuamos en la dirección correcta.



A nuestra izquierda, tenemos un tramo de roca kárstica tan característica de Urbasa. Surgen donde menos las esperas. Y nos resulta difícil encontrar hitos, en ese laberinto de lapiaz, pero después de unos metros volvemos a tropezar con varios cairns.

Salimos a una zona donde vemos al fondo de la vaguada un par de abrevaderos para los animales. Bajamos hasta ellos y desde su lateral caminamos pendiente arriba, por un sendero que enseguida se hará un camino "carretero" que nos llevará hasta el final de nuestra ruta, tras atravesar un bonito raso.  Antes hay que llegar a una zona muy verde y con una balsa.






Una vez llegada a ella, le llamamos de Siasgain, por el término en que se encuentra, la bordeamos. Unos, por la izquierda, y otros, por su derecha. Los últimos nos encontramos con restos de un camino carretero, forrado de piedras para permitir el paso de carretas y animales de tiro.







Y, enseguida, salimos al raso de Esquiza, los rasos son grandes extensiones de praderas sin arbolado. Hoy no tiene importancia porque el sol no calienta, pero en verano se nota una diferencia de más de 4 grados entre la sombra de los hayedos y los desnudos rasos.



Y atravesando el llano raso de Esquiza llegamos hasta el último punto de interes del día, la Cruz del Carretero o del Valenciano. Pero el segundo nombre que se da a la cruz me resulta difícil de entender que sea cierto porque está grabado en la piedra de la cruz el nombre  y apellidos de Joseph Goicoeche Echevarría, del siglo XVIII. Cuenta la leyenda que en ese lugar fue asesinado por unos bandidos un arriero valenciano que venía de la Rioja atravesando el Puerto de Santa Teodosia y Entzia. 



Así es llamada la cruz en el mapa que está situado en el aparcamiento.
Espectacular vuelta a una inabarcable sierra. Ya soñamos con recorrerla en verano en bici, todo un placer.





















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