Machado

"Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar". Machado.

sábado, 23 de marzo de 2013

SIERRA DE CASTRIL



DIA DE NIEVE Y AGUA

FICHA TÉCNICA-
Día: 23/03/2013
Participantes: Vicente, Patro, Santi, Julián y Lourdes.
Tiempo estimado: 8 horas.
Distancia: 20 km.
Dificultad: Media-Alta
Punto de inicio: Autovia Alicante-Murcia, salida hacia la Puebla de Don Fadrique, desde allí hasta Huescar. Dirección a Castril. En el Km. 29, cruce a la derecha, hacia Cortijos del Nacimiento. Son 10 km. de camino estrecho. Primero sobrepasamos el camping y luego encontramos unas enormes tuberias, donde aparcamos.

ITINERARIO:
Cortijo del Nacimiento - Nacimiento del Río Castril - Barranco de Marfil -Cortijo de las Palomas - Barranco de la Osa - Cueva de la Osa- Tejo milenario -Rincón de la Puerca - La Serrezuela - Portacho- Collado del Salitre - Cortijo del Maestrillo - Barranco de Túnez - Chinar de Túnez - Puente sobre río Castril- Cortijo del Nacimiento.


La Sierra de Castril se sitúa al norte de la provincia de Granada. Se encuentra en la Cordillera Prebética lindando con el Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas y La Cabrilla al norte y oeste, siendo sus picos más importantes en esta zona los de los Tejos(1.987 m.), Buitre (2.020 m.), Empanadas (2.016 m.), Cerro de la Carrasca (1.976 m.). Al este con Sierra Seca, cuyos picos más importantes son: Puntal(1.833 m.), Calar(1.824 m.),   Laguna(2.059 m.)y Tornajuelo (2.135 m.) el de máxima altura de la sierra. El límite sur lo forma la depresión de Guadix-Baza.  
El río Castril es el principal valor ambiental de este Parque Natural, responsable además de la fisonomía y la peculiaridad del entorno. Sus aguas emanan del corazón de la sierra y lo recorre hasta el embalse del Portillo. Realizando un agradable paseo por el sendero señalizado, paralelo al río, que sirve de partida a otros itinerarios, se descubre el lugar donde todo tiene su inicio. El agua modela el terreno, a su paso erosiona el macizo calcáreo y transforme el paisaje en un sistema kárstico de elevado valor ambiental, como el Barranco de la Osa. Las aguas acceden al corazón de la roca modelando grutas y cuevas como la de Don Fernando
El nacimiento del río Castril es un sitio único, de extremada belleza. De las rocosas paredes brotan permanentemente sus frías y cristalinas aguas, que proporcionan refugio a la trucha común que tiene en la nutria uno de sus principales depredadores. Una característica es la pureza que presenta este pez, ya que no se ha visto afectada por repoblaciones de otras variedades. El bosque en galería acompaña y envuelve el curso fluvial. Sauces, chopos y olmos lo custodian, proporcionando un lugar idóneo para aves, como el martín pescador o el mirlo acuático.



RUTA:
Nos colocamos las botas debajo de las tuberías desde donde bajan agua para la central hidroeléctrica y comenzamos a andar. Detrás del verjado están las ovejas desesperadas por salir a pastar. En las cimas se observan restos de nieve.




El camino comienza por debajo de la tubería. Vamos acompañados a la izquierda por una valla detrás de la cual hay enormes olivos, almendros y encinas. Al fondo la Cerrada de Túnez. Dos inmensas losas de roca, verticales, en medio de las cuales hay un cortado por donde cae una cascada.
El sendero corre paralelo al río Castril que baja crecido de un tono azul cristalino. Es un río de aguas limpias, con fresnos, chopos, mimbres en sus orillas y donde se crían truchas y nutrias.
Llegamos hasta el puente y allí decidimos no cruzar e  ir rectos hacia el nacimiento y desde allí coger el paso al Collado de Salistre. Hemos leído que no está señalizado pero confiamos en que algún hito o marca nos sirvan de orientación.
Siguiendo el curso del río vamos subiendo acompañados de su murmullo, para más adelante añadir a la derecha la música del canal.
El sitio es espectacular, se ven neveros en los altos de las montañas y las chorreras de agua aparecen en cualquier rincón. Las peñas que nos rodean tienen formas caprichosas. En el suelo el césped está verde, los preciosos arboles que hay en las orillas del caudaloso río han comenzado a brotar.




Dejamos a la izquierda una presa y continuamos las señales hasta llegar al nacimiento del Castril. Salen borbotones de agua a presión de varios puntos en la roca, pero en uno de ellos fluye más cantidad.
Esta sierra tiene una estructura geológica denominada karst: afloramientos de agua en rocas calizas. El agua de lluvia en contacto con al roca la va disolviendo y crea oquedades y fisuras que hace que el agua salga por grietas como estas. Cuando el agua acumulada en el subsuelo llega al nivel de la fisura comienza a salir, formando un manantial kárstico.
Después de innumerables fotos proseguimos hacia arriba siguiendo hitos de piedra. Por medio del barranco de Marfil, desechamos una flecha roja hacia la izquierda. Sobrepasamos las ruinas de un gran corral.
El sendero en zigzag nos va conduciendo hasta la cabecera del valle. Cruzamos un río dirigiéndonos a la izquierda y, a continuación, debemos atravesar un cauce seco para dirigirnos a unas rocas, hacia un desfiladero. Parece ser un sendero cerrado, pero nada más engañoso porque pegados, al lado derecho del Barranco de la Osa, descubrimos unos escalones de piedra con barandillas que nos suben sorprendentemente, sin ningún peligro, hasta una espectacular cueva. No dejamos de abrir los ojos, ni soltar gritos de admiración ante la belleza de este barranco. Nos extraña no haber leído algo más sobre este desconocido desfiladero. Es imprescindible subir por esta vertiente para conocer uno de los rincones más espectaculares de la sierra.
Ascendemos, pasamos una pequeña cascada, impresionante jacuzzi para verano, y sin dejar de mirar arriba y abajo llegamos a una pequeña explanada donde se muestra erguido el tejo milenario. De un tono verde oscuro preside el barranco " ¡¡Qué milagro ha hecho que este ejemplar perdure!!".
Tomamos unos frutos secos y detrás del tejo sigue nuestro itinerario en zigzag por unas pedreras. Ahora tiene una cuesta exigente. Es una ruta de alta montaña. Cuando llegamos al collado el sendero vira a la derecha, buscamos el sitio por donde llegar al Collado del Salitre, pero no recordamos este rincón. Así que avanzamos por un camino muy pisado y mirando siempre a la derecha para ver si surge un sendero marcado con hitos que nos señale la subida. Pasamos al lado de un tornajo o abrevadero de madera, que tiene una goma para traer agua, pero en este momento está seco.
Avanzamos deprisa porque es una vaguada sin inclinación, pero en un momento Julián dice que estamos en el Rincón de la Puerca y desde la abertura del sendero se puede apreciar el río Castril y el Cortijo de la Puerca abajo. Esos datos nos dicen que vamos mal. Demasiado a la izquierda, toca rectificar.
Giramos y nos dirigimos por medio de un bosque hacia el collado que vemos a lo alto. Ascendemos casi rectos, con esfuerzo y empezamos a pisar neveros, la nieve esta blanda. Llegamos a la parte alta y por fin hitos de piedra. Estamos sobre el buen camino, ahora la altura es sobre los 1.800 m.,  pero estamos lejos. Debemos recorrer el tramo que hemos andado antes por abajo, por la vaguada,  ahora por arriba.
Vamos atravesando cada vez más neveros, en uno de ellos me hundo hasta la cintura. Qué cantidad de nieve hay este invierno. Hasta que llegamos al alto desde el cual se contempla el Empanadas y el Cerro de la Carrasca. Que vistas más impresionantes. Con la cantidad de nieve parece que los tenemos en la palma de la mano. Pero lejos de la realidad, hay un valle que nos separa.
 
Continuamos por la zona denominada la Serrezuela, ya sin apenas inclinación, pero nos toca avanzar muchos trechos cruzando entre la nieve. Desde el alto observamos un grupo de cabras montesas que huyen despavoridas al oirnos.
Dudamos al buscar el Paso de Portacho, no se ven hitos, la nieve los ha cubierto. Pero por fin damos con él. 
La nieve en la bajada está un poco dura, bajamos clavando talón y Patro tiene ganas de estrenar los crampones, se los coloca y baja saltando.
Como se nota que es cara Norte, hay una gran cantidad de nieve, no se ven hitos. A media ladera vamos avanzando entre la nieve, cruzando arroyos a cada paso, disfrutando del día tan espléndido que tenemos. Luce el sol y alguna gran nube va situándose encima de la sierra y la temperatura es muy agradable. A media ladera vamos observando las peñas del Cerro de la Carrasca, a la izquierda, y la cima del Empanadas, a la derecha.


Y después de más  5 horas llegamos al collado del Salitre. Existe un palo indicador hacia el Empanadas. Reunión, ¿sí?, ¿no?, ¿ya es un poco tarde para empezar el ascenso?, ¿estará bien señalado o no?. Todavía no hemos comido, así que decidimos dejar la cima para otro día, seguro que nos espera. Hoy se ha hecho tarde y hay mucha nieve, lo que dificulta nuestro caminar. Vamos a comer al Cortijo del Maestrillo.
Desde el collado parece que baja un sendero, sin hitos, así que a media ladera descendemos poco a poco, con nieve, buscando el sitio para bajar. Nos ponemos a la altura del Maestrillo, hay que retroceder, ahí está el palo, desde allí vemos perfectamente la senda que baja hasta el río y al citado paraje rodeado de nogales y de restos de cáscaras de nueces.
Comemos con vistas al Empanadas.
Retomamos el camino que de sorpresa en sorpresa nos baja por el Barranco de Túnez. A tramos por la derecha del cauce, otras por la izquierda, pero muy bien marcado con palos indicadores, por llevar la contraria nos indican hacia arriba y nosotros vamos en dirección contraria.

 Cuando toca cruzar el río es dificultoso, por  el elevado caudal  de agua, pero toca saltar. Después de varias pasos por el río nos situamos en su orilla izquierda y vamos ascendiendo dejando a nuestros pies enormes desfiladeros. Nos encaramamos por encima de la cerrada de Túnez, que es impresionante también desde esta vertiente. En este momento empiezan a caer unas gotas, lo cual nos pone en alerta. Menos mal que es falsa alarma, sólo son cuatro. Llegamos al portillo que sirve de paso para ver el Chinar de Túnez.


Atravesamos el estrecho paso para bajar,  asomarse a esta cuesta vertical es impactante. Recto sería más rápido, pero lo afrontamos en zigzag, para bajar despacio y poco a poco conseguimos desmontarnos de esta inmensa pedrera.
Cuando pisamos hierba nuestros pies agradecen el suelo mullido y no esas piedras tan duras que golpeaban nuestras plantas.
Dudamos si salir hacia la Cerrada de Túnez pero no vemos un camino definido, y nos acordamos de las vallas que hay en los Cortijos del Nacimiento así que nos dirigimos a la izquierda para cruzar por el puente de madera el caudaloso río y girando a la derecha volvemos a coger la senda de la mañana. Las ovejas están aquí pastando. Paramos para leer un cartel donde se informa que el bosquete de arboles al lado de la Cerra de Túnez es almez, una especie parecida al olmo.Y en poco tiempo llegamos al coche.


Maravillosa excursión, esta sierra es increíble, hay momentos en que parece que estás en medio del Pirineo. Y con las nevadas y lluvias de este invierno es espectacular.

Pero el problema es que está muy poco indicada. La subida del Barranco de la Osa al Portacho no tiene hitos de piedra ni pintura,  y después, en el tramo del Portacho hasta el Cortijo del Maestrillo casi no hay señales que te orienten.

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