Machado

"Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar". Machado.

viernes, 12 de agosto de 2016

1ª ETAPA ALPES- DE LES HOUCHES AL REFUGE DU MIAGE POR EL COL DE TRICOT

           TMB- 1 TOUR DU MONT-BLANC

                                                                                                          
(INTRODUCCIÓN)                                                                                             (2ª ETAPA)


FICHA TÉCNICA-
Día: 12/08/2016
Participantes: Pedro, Nacho, Julián y Lourdes.
Tiempo estimado: 7 horas.
Distancia: 12 km.
Dificultad: Media-alta. Por su desnivel cercano a los 1.400 metros de ascenso.
Wikiloc: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14638407


ITINERARIO- Día 12 Agosto
Les Houches Chef Lieu - Le Fouilly - GR TMB ( GR Tour del Mont Blanc) - Rute de Bellevue - Belleface - Les Crêts - Rute des Allouds - Chemin de la Carbotte - Maison Neuve (1.221 m.) - La Carbotte - Le Terrain - Col de Voza(1.650 m.) - Restaurante-bar y tabla de orientación de Bellevue - L'Are (1.760 m.) - Pasarela tibetana - Glaciar de Bionnassay - Col de Tricot (2.120 m.) - Rute des Chalets de Miage - Refugio de Miage (1560 m.)
Refuge de Miagehttp://refugedemiage.com/


RUTA:
Salimos de la Gîte Belvedere en Argentiére, disfrutando de las vistas de las agujas y el glaciar de Bossons, que se descuelga sobre el pueblo de Chamonix. Tomamos el autobús que nos lleva hasta Les Houches. 
Comienza el itinerario andado, a 1.008 metros de altitud. Atravesamos el pueblo y enseguida surge un gran poste indicador. Estamos en Le Fouilly y nos marcan la dirección a seguir para internarnos en el TMB, un giro brusco a la izquierda.
El sendero se empina y sin prisa, pero sin pausa, vamos alzándonos sobre el valle de Chamonix, con vistas inmejorables a los pueblos que jalonan la cara Noroeste del macizo de Mont Blanc. Abajo se divisan las casitas de madera que sobresalen entre las tonalidades verdes de las praderas para pastar o "alpages" que dan nombre a los Alpes. 
Desde esta óptica vemos el glaciar des Bossons, es el que llega más abajo de los Alpes, situado entre Chamonix y Les Houches.
Llegamos a una pista asfaltada por la que caminamos un poco. Es el acceso a las pequeñas casas construidas en los sitios más inverosímiles. También sirve para llegar a tomar los funiculares que se pierden por las crestas de las montañas. Pasamos al lado de uno de ellos, parece fuera de servicio en este momento.
Continuamos la marcha atajando en cuanto una señal nos lo marca. De esta forma se hace más bonita la ruta, sin casi pisar asfalto.
Pasamos les Crêts y continuamos por el Chemin de la Carbotte, que tiene su poste en la Maison Neuve.

La pista de tierra va dejando atrás pequeñas casitas de madera y desde ella tenemos vistas al cada vez más lejano valle de Chamonix, y al omnipresente macizo de Mont Blanc, llegando a un punto desde el cual se puede observar la cumbre más alta. Impresionante. 
Un señor que nos tropezamos está entusiasmado y nos informa de ello.
Por el lateral de las torres del teleférico vamos ascendiendo tropezando con ciclistas que bajan por una ruta habilitada para ellos. Me pregunto, ¿cómo pueden descender a esas velocidades? Se van a matar.
Solo restan un par de cuestas. Nos encontramos con varios grupos de caminantes y llegamos a un pequeño cruce.








Giramos a la izquierda para llegar a través de una senda herbosa hasta el Col de Voza (1.653 m.). En él encontramos restaurante, hotel y una estación del Tramway del Mont Blanc. El tren cremallera, más alto de Francia, que se dirige al Nid d'Aigle (Nido del Águila), punto de partida más sencillo de la mayoría de cordadas a la cima del Mont Blanc.  

Hay mucha gente, pero con la de facilidades que hay para acceder al collado no nos extraña. El pequeño tren y varios teleféricos que hemos dejado a los lados permiten llegar con comodidad a este enclave paradísiaco. La vista del Mont Blanc es espectacular de ese punto. 

 Un alto en el camino para tomar un tentempié y disfrutar del entorno mágico. Después de unos minutos reanudamos la marcha. Hay un cartel que indica la bajada al pueblo de Sant Gervais. Puede ser una alternativa en nuestra ruta, en el caso de que aparezca lluvia, pero no es el caso.

Caminamos en paralelo, a la vía del Tramway du Mont-Blanc que va hasta el Nido del Águila. Nosotros seguimos a su lado hasta Bellevue (1.781 m.), donde hay un restaurante-bar y una magnífica vista del valle del Arve (nombre del río) o valle de Chamonix, que está encajado entre el macizo del Mont Blanc y el de les Aiguilles Rouges, que es por donde volveremos.

Una parada para contemplar una tabla de orientación en la que se indica las cumbres más altas del Mont Blanc. Incluida la más alta, destacan también la Arista de Goûter, la Aiguille de Bionnassay y su glaciar, en pleno corazón del macizo del Mont Blanc.


Enfilamos hacia un bosque de abetos. Hace calor y se agradece caminar al resguardo de su sombra. Nos espera, a continuación, una senda algo pedregosa con un tramo de cadenas debido al precipicio que hay en el lateral. Nos agarramos por seguridad, el día esta seco, pero con lluvia será imprescindible utilizarlas.
Después nos internamos por un tramo sin vegetación, con una sencilla senda. Nos encaminamos hacia las montañas que preceden a la Aiguille de Bionnassay. La altura de los acantilados de los Alpes te hacen sentir diminuto. Estamos acostumbrados a cimas de 1.500 metros de altitud y para nosotros son montañas colosales.


Pedro nos explica la zona por la que vamos a pasar. Existen varios barrancos y nos dirigimos hacia el glaciar de Bionnassay. Oímos el murmullo del agua a lo lejos, conforme nos acercamos con mas fuerza. ¡¡¡Madre mía!!!
El sendero nos depara una sorpresa. Hay un puente tibetano sobre el rápido y ruidoso torrente de aguas que bajan del glaciar de Bionnassay. Impresiona ver la fuerza con la que el agua se precipita al vacío. El deshielo, por efecto del calor de las nieves perpetuas de la parte alta del glaciar, propician que el torrente baje lleno.  Y no hemos traído cuerdas para atravesar por el cauce. Habrá que armarse de valor y pasar sobre el puente.

Lourdes se agarra a Julián. Pedro y Nacho ya están en la otra parte y parece que lo mueven. No, no son ellos, es un corredor que viene por detrás. Como vemos el resto de los días, hay cantidad de gente entrenando para la semana del 22-28 de agosto que se celebra el Ultra-trail. Prueba superada. Desde la otra orilla comienza una exigente cuesta que nos sitúa en una hondonada cubierta por frondosa vegetación. Vemos los primeros rododendros, algunos tienen flor, pero en general se les ha pasado. Y sentimos calor en el encajonado valle que se forma. Paramos a admirar el glaciar alpino que tenemos cerca, el de Bionnassay.




Estamos ya hambrientos, pero como descubrimos, cada día hay que acabar el desnivel positivo de la ruta y entonces se hace la parada para comer. El guía es estricto en esto. Hay que ganarse la comida, porque con el estomago lleno es más difícil subir.

Así que poco a poco vamos ascendiendo en dirección al Col de Tricot. Un par de paradas para recuperar el aliento y disfrutar del glaciar de Bionnassay. Sin prisa pero sin pausa a buscar el comedor.


Sigue la larga ascensión hasta el primer gran collado de nuestro recorrido, el Col du Tricot (2.120 m.), por una senda clara que conforme gana en altura disminuye su maleza. Tan solo resta un tupido y mullido suelo de hierba. 

Echando la vista atrás podemos distinguir la línea recta trazada sobre el bosque por las vías del tren que suben desde el Col de Voza al Nido del Águila.

Y después de varias paradas, para recuperar fuerzas y disfrutar de esta maravilla, llegamos al collado de Tricot. Debemos abrigarnos, sopla un viento fresco y hemos llegado sudados, casi exhaustos. Un buen bocadillo nos llena de energía. 









Vemos enfrente, a la izquierda, la vía de acceso al Mont Blanc por la cara Sur. Los dos refugios en el camino normal al Mont Blanc: Tête Rousse, a algo más de 3.100 metros, y el moderno refugio, el de Aiguille de Goûter,  a más de 3.800 metros, que destaca por el refulgente material con tonos plateados con el que se construyó.


Abajo, a la derecha,  después de una fuerte pendiente, están los Chalets du Miage (1.559 m.). Bonito sitio para pasar nuestra primera noche en las montañas alpinas. Pero tiene una exigente cuesta que debemos descender. En curvas serpenteantes vamos perdiendo altura, más de 500 metros en apenas un par de kilómetros. A nuestra espalda dejamos el tremendo desnivel. Creemos que será más difícil en subida porque es largo y esforzado.
Y nos situamos en la explanada en la cual se asienta el refugio du Miage. Encantador rincón desde el cual se puede ver el glaciar de Miage, l'Aiguille du Midi nevado y un par de cascadas que se precipitan por sus laderas. Una alternativa sería dormir en Truc, a media hora, pero comentan que está mejor este albergue.




















Antes de acomodarnos en el refugio nos tomamos unas merecidas cervezas que saben a gloria. Las necesitábamos para recuperarnos hoy. Y en previsión de lo que nos espera mañana.

Nos asignan una habitación de 4 literas. Dejamos las mochilas, nos damos una buena ducha, colgamos la colada en el tendedero y nos acercamos hasta la cabecera del valle. Un remanso de paz,  con vacas y un caballo pastando por la pradera. 






















A las 7 de la tarde se cena. Es una hora estupenda. Mañana madrugamos y a las 6 y media se sirve el desayuno. Pero como las jornadas son largas mejor salir pronto.
La cena, no nos sorprende porque nos lo ha dicho Pedro. Sacan una tortilla de patatas que está muy buena. Y en la mesa coincidimos con un par de vascos que mañana van a subir al Mont Blanc. Son los únicos a los que podemos entender de todo el restaurante.. Antes de dormir, apreciamos que les Dômes de Miage toman unas tonalidades rojizas espectaculares. Toca descansar.
Julián consigue ver las Perseidas corriendo por los cielos de los Alpes. Levantarse a la noche al baño tiene su recompensa. 

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